
Talvez, debí adquirir el libro de inmediato, talvez no. Sucede que, más que su decantado libro premiado, quedé convencido de su calidad y, en otro sentido, caprichosa producción. En la feria del libro, en junio de este año, la 12º Feria Internacional del Libro, me decidí a comprar su más neófito libro. Su ambiciosa, como todo incipiente productor de errores pasionales, primera novela: Otras voces, otros ámbitos (1948). La edición que tienen en imagen.
Aunque empieza con, debo reconocer (pues lo he comprobado y me lo han mencionado), saturadores detalles y, a veces, empalagosas descripciones, acaso triviales, la novela te envuelve en una atmósfera de la que no puedes escapar, de un misterio que rodea las peripecias del niño de 13 años, Joel (protagonista de la historia) y los demás personajes, que, en cierto punto, logran volverse parte de tu vida. O, bueno, eso me sucedió a mí. En mil casos me reconocí; en otros mil, me desarraigué. Pero en su totalidad, en su esencia, logró convertirme, nuevamente, y creo la intención de la novela, en un niño y al instante, como para no disfrutar tal evocación, transformarme en un no niño. No muchos podemos decir/recordar el momento exacto en el que dejamos de ser niños. Con la capacidad de observación como mejor arma y la envoltura ensimismada de todo niño, lográ atrapar al lector de inicio a fin. Debo, pues mi capricho no me lo impide, mencionar que mi personaje favorito fue Idabel, si leen la novela sabrán por qué.
Hoy terminé de leerlo, y debo decir que, con profunda lástima, detesto dejarlo, pues, hasta cierto punto, es un back to reality. En fin, escribo esto para animarlos a leer la novela, con diccionario en mano, pues contiene, fiel a su autor, un, también, léxico caprichoso, y muchas ganas- no considero una novela para flojos. Fue un gran viaje, debo reconocer. Pero quedan mucho más, debo pavonear.
"-Me voy, padre -dijo. Y, en cierto modo, era la primera vez que reconocía el parentesco. Se puso lentamente de pie, colocó las palmas de las manos a cada lado del rostro de Mr. Sansom y juntó sus labios a los de él-. Mi único padre -susurró. Se volvió y, mientras descendía la escalera, lo repitió, pero esta vez para sí".
Otras voces, otros ámbitos. Truman Capote, 1948.
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